jueves, 6 de mayo de 2010

SEMINARIO 5-MAYO-2010: EDUCADOR Y TRABAJADOR SOCIAL DENTRO DEL CENTRO PENITENCIARIO DE “ALHAURIN DE LA TORRE”.


La charla fue dada por una alumna de la conjunta llamada Silvia Siria López. Lo primero que destacó a la hora de empezar a contar su historia fue la complicación a la hora de entrevistar a los trabajadores de la cárcel, aspecto que ya se nos había sido recalcado en algunas otras clases.

Nos comenzó explicando como había sido su experiencia a la hora de introducirse para conocer el funcionamiento de la cárcel. Lo primero que se le explicó fue la clasificación de los presos, por lo que puedo detectar que el papel tanto del trabajador, como del educador social es más burocrático que de intervención o educativo.

Hay que diferenciar entre preventivo (aún no ha salido el juicio) y penado, el cual ya esta cumpliendo la condena dictada por el juez. Destacó que entre los presos había un apartado dedicado a menores, es decir, presos entre 18-21 años, aunque se pueden dar casos excepcionales hasta los 25.

Cada educador tiene entre 140-144 presos a su cargo, cuando por ley, lo establecido son 50. Este número se ve enormemente incrementado en los meses de verano, debido a las vacaciones que no son suplidas u ocupadas por nadie, sino que los mismos educadores o trabajadores se hacen cargo de los demás presos.

La entrada de los dos perfiles profesionales tiene diferentes vías; los trabajadores sociales entran por oposiciones específicas de su perfil; mientras que al puesto de educadores sociales pueden acceder todo tipo de perfiles profesionales, ya que son oposiciones a funcionarios de prisiones, y no de educadores sociales como tal.

Cuando un preso entra en prisión, pasa por distintas entrevistas de (médico, psicólogo, educador social y trabajador social). El educador social los clasifica y dicta a qué modulo va, y el trabajador social rellena la ficha sobre sus datos más relevantes. Los grados que existen en la cárcel son tres:
• Grado I: terroristas, desadaptados (tienen problemas con los demás presos) y terroristas (etarras).
• Grado II: cumpliendo condena.
• Grado III: libertad condicional.

También destacó las comunidades terapéuticas, como alternativa a prisión, y destinada a drogodependientes.

Ahora nos vamos a centrar en los diferentes problemas con los que se encuentran estos profesionales. El trabajador social se encuentra con una gran falta de espacios, un enorme número de internos, un enorme desconocimiento, los TBCS (los cuales no consideran que deben hacerlos estando presos)…
El educador social se encuentra ante: el excesivo ratio, la falta de motivación (ya que no atienden a las necesidades que tienen los presos), la inestabilidad de los grupos, el bajo nivel cultural y educativo que poseen, la carencia de medios y espacios, los términos de reeducación y reinserción son ficticios, ya que están aislados, es una atención individual y no se trabaja con el entorno ni con la familia, y los datos demuestran que la reincidencia es muy grande; y que en muchos de los casos se han dado generaciones enteras en la cárcel.

Ambos profesionales piensan que en los casos donde su situación se normaliza no es por su trabajo en el centro, sino por la situación, es decir: se casan, tienen hijos, se asientan en un lugar concreto para su crianza…

Quiero destacar, porque me resultó bastante interesante el tema del PECULIO (cuenta corriente de cada interno dentro de la cárcel), lo cual me pareció un poco chocante, debido a la situación en la que están. Se supone que están cumpliendo condena y nos dedicamos a pagarles el paro, a ponerles una cuenta corriente para que dispongan de dinero, y en la mayoría de los casos cuentan con supermercados en los que poder comprar todo tipo de artículos de comida. En mi opinión me parece indignante, porque no veo un castigo a la medida de sus delitos, por pequeños que sean, y pienso que tal y como esta la situación en la cárcel, y la situación en las calles, pienso que llegará un momento, si es que no ha llegado ya, en el que los presos vivan en mejores condiciones que la gente que vive en las calles, las cuales no tienen en algunas ocasiones ni para comer.

Quiero finalizar diciendo que estoy totalmente de acuerdo con las conclusiones que Silvia proponía, es decir, no hay un reconocimiento del educador social, aunque somos conscientes de que no es solo en este ámbito, sino que en algunas ocasiones somos nosotros mismos los de desvalorizamos nuestra profesión. Es cierto que muchos de “nosotros” aun no sabemos definir nuestro rol profesional, lo que hace que aun tengamos menos credibilidad a los ojos de la sociedad, al no saber ni nosotros mismo “lo que somos”. Por último creo que la formación en cada ámbito es específica, y que como bien se dijo en el debate, no salimos con todas las respuestas a todas las preguntas, pero si con una base con la que poder defendernos y saber dónde buscar para una formación más específica y centrada en nuestra futura actividad diaria.

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