domingo, 13 de junio de 2010

MUJERES


Mujeres, excluidas desde tiempo remotos y subordinadas a los hombres, a esos seres que desde el principio de los tiempos se mostraron con superioridad a todas las demás “cosas”, y entre ellas las mujeres.

Haciendo un recorrido por el tiempo, en la Grecia de Platón la mujer, no era, desde luego, algo deseable. Las mujeres tenían el mismo status social que los esclavos, lo cual suponía que no tenían derechos cívicos de ninguna clase, ni participación política.

También hay que citar otros momentos históricos en los que las mujeres estuvieron muy por debajo de los hombres, se convirtieron en propiedad privada de ellos, como un objeto que les pertenecía, y en el que únicamente ocupaban el papel reproductor.

Y no hay que irse muy lejos, para comprobar la enorme evolución que hemos conseguido, hemos superado el perfil de amas de casa, cuya única función en la vida era casarte, cuidar de tu marido y de tu casa, tener hijos, y ser una buena madre. Un triste final, que veía truncada todas tus expectativas de futuro, de independencia, de libertad como persona, a la que renunciábamos por nacer con el sexo femenino.

Después de duras luchas, reivindicaciones por la igualdad de género, por tener libertad de decisión, para así poder triunfar en la vida, como autenticas profesionales, como durante mucho tiempo lo hicieron los hombres. Elegir qué queremos ser en la vida, labrarte un futuro con tu esfuerzo, y no con el de nadie, y depender únicamente de ti.

Y es en estos momentos, de libertad, de igualdad, en la que la discriminación cada vez se hace menor y más lejana, cuando seguimos viendo a adolescentes, que siguen dejándose maltratar tanto física como psíquicamente por esos “supuestos novios” que tienen. Adolescentes que aun creen que no serán nadie sin ellos, sin esos parásitos que lo único que hacen es estropearles la vida, haciéndoles creer que no son nadie sin ellos. Seres que amargan la existencia con insultos, golpes, y guantadas sin mano, que hacen que cada vez se sientan más pequeñas, más solas, más nadie. Y sin embargo siguen a su lado, formando parte de esa triste vida, acabando embarazadas y con niños infelices, cuyos modelos de padre nunca serán los más adecuados y criados en un ambiente en el que prime la intolerancia, la violencia y la tristeza.

Es triste que en pleno siglo XXI se siga viendo este tipo de situación, porque si no nos valoramos a nosotras mismas, nadie lo hará por nosotras.

1 comentario:

  1. Buen contenido en tus entradas, buen trabajo.
    Quizás hecho en falta una reflexión global del trabajo realizado.

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